Tony Robbins - poder sin limites - 12 - resumen

Tony Robbins - poder sin limites - resumen 12




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Tony Robbins - poder sin limites - 12 - resumen


un lenguaje exacto tiene la propiedad de hacer que los individuos vayan en la dirección correcta, un lenguaje negligente puede también inducirlos a error. «Si el pensamiento corrompe el lenguaje, también éste puede corromper el pensamiento»,

Pida concretamente. Debe describir lo que quiere, tan to a sí mismo como a un interlocutor.

 Tiene que definir exactamente lo que necesita, por qué y cuánto.

2. Pida a quien pueda ayudarle. Pedir concretamente no basta; hay que pedir a quien posea concretamente los recur sos (los conocimientos, el capital, la sensibilidad o la expe riencia en los negocios)

3. Hay que crear un valor para el destinatario de nuestra petición. No crea que nadie va a darle algo a cambio de nada. Averigüe primero cómo interesar a su interlocutor. Si tiene una idea comercial y necesita dinero para ponerla en marcha, una manera de obtenerlo es encontrar a alguien que pueda ayudar y al mismo tiempo beneficiarse.

4. Pida con fe concentrada y coherente. La mejor garantía del fracaso es un mensaje cargado de ambivalencia.

5. Pedir basta que se obtiene lo pedido. Lo cual no significa pedir una y otra vez a la misma persona. Ni pedir siempre de la misma manera.

Cuando se estudian las vidas de los triunfadores aparece siempre la perseverancia en pedir, en repetir los intentos de mil maneras distintas...

El dar las cosas por sabidas es el distintivo del comunicador perezoso. Y es uno de los errores más peligrosos que uno puede cometer en el trato con los demás.

 El modelo de la precisión es una guía para eludir algunas de las trampas más habituales del lenguaje. Es un mapa de algunos de los callejones sin salida más peligrosos en que suele meterse la gente. La intención estriba en reconocerlos en seguida cuando se presentan, y reconducirlos en un sentido más conveniente. De esta manera podremos diagnosticar las distorsiones, las supresiones y las generalizaciones de nuestros interlocutores, sin dejar de mantener una comunicación con ellos.

Hay otras dos maneras de dirigir las comunicaciones mediante preguntas adecuadas. Una es el «enfoque del resultado». Si le pregunta usted a otra persona acerca de lo que le preocupa o le ha salido mal, escuchará una larga disertación sobre el tema pedido. Pero si le pregunta: «¿Qué desea en realidad?» o «¿En qué sentido le gustaría cambiar las cosas?», la conversación, que versaba sobre el problema, se reorienta y pasa a tratar de la solución

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