3.8 ¿HAY UN SISTEMA MAGICO PARA REPARTIR LOS
MACRONUTRIENTES ?
Los hidratos de carbono presentan un mayor margen de
maniobra. Tenemos un rango para elegir que va desde el 35 % a 65% de hidratos.
Por ejemplo, si tenemos un alto nivel de actividad,
puede interesar consumir un 60 % de
hidratos o incluso un 65%.
O quizás otra persona
muy sedentaria, podría bajar los hidratos a un 40 %.
Podemos ajustar los hidratos
para adaptarlos a nuestra situación, en función del nivel de actividad.
Hay personas que pueden seguir una dieta muy baja en hidratos, por ejemplo, con un 20% de carbohidratos. Pero para la mayoría es muy incómodo.
No usaríamos unos
zapatos muy incomodos, aunque
tengamos amigos que adoran ese modelo de zapato. ¿Pero si a nosotras/os no nos
encaja bien ese tipo de zapato ?
La misma idea es aplicable a la alimentación. Es preferible
no imitar la alimentación que siguen los demás.
El reparto de
macronutrientes debe ser escogido en función de cómo se adapte mejor a nuestra vida diaria y obtengamos más energía y
saciedad, ya que esta distribución será con la que consigamos una mayor
adherencia.
A iguales calorías, se
conseguirán resultados muy similares en una alimentación con hidratos bajos
respecto a otra con hidratos medios.
El factor clave para
que subamos, bajemos o nos mantengamos
en nuestro peso será la suma total
calórica. De los hidratos, proteínas y grasas.
La importancia está en basarse
en alimentos saludables con buenos valores nutricionales y cumplir los mínimos de proteína y grasas
necesarios. También los suficientes
hidratos para disponer de una
buena energía.
Muchas veces se tiende a pensar que en el reparto de macronutrientes está el secreto para
conseguir grandes resultados a nivel de estética. Pero la experiencia nos dice
que es un planteamiento poco acertado.
Las proteínas se
mantienen constantes porque no tenemos mucho margen, ni para subir ni bajar.
Con las grasas si hay posibilidad de ajuste. Cuando queremos
reducir las calorías que consumimos. Es muy sencillo, con bajar un poco las
grasas, ya supone bastantes menos calorías. (Ello es porque 1 gr de grasa tiene
9 kcalorias ). Disminuir las grasas del
30% al 20% supone quitar muchas calorías de la alimentación.
En conclusión, mantenemos
constantes las proteínas, variamos un poquito las grasas y modificamos
al alza o baja los hidratos. También depende
del nivel de actividad. Respetaremos
siempre por salud un consumo mínimo
de proteínas y grasas. Las grasas buenas y las proteínas presentan muchos
beneficios, por ello no debemos eliminarlas de la alimentación.
Hay que priorizar para tener un solo objetivo principal y otro en menor grado, secundario. Por
ejemplo, si queremos ir a una fiesta y
queremos ir muy elegantes y muy originales, es algo bastante complejo de
conseguir, quizás tenemos un margen de acierto del 2%. Lo más probable es
que hagamos una elección con la que no vayamos ni elegantes ni originales. Y no
habremos cumplido ninguno de los 2 objetivos.
Por ello, es importante elegir bien cuál es nuestro objetivo
principal y trabajar en ello. Por ejemplo, queremos acudir a la fiesta con un solo objetivo principal, y es un vestuario
muy elegante, y si para ello nos asesoramos bien, tenemos una alta
probabilidad de conseguirlo. Centrar el objetivo principal nos ayuda a
conseguirlo.
En el caso de alimentación el elemento fundamental puede ser
una alimentación saludable con la que tengamos adherencia. Lo que muchas veces
será incompatible con una dieta con muy bajos hidratos. Seguir una alimentación
con cero hidratos puede presentar algunas ventajas, pero hay que cuestionarse
si conseguiremos tener adherencia, ya que este era el objetivo principal. Como
siempre la personalización es la clave. Tenemos que observar si toleramos una
dieta muy baja en hidratos o si nos resulta muy difícil y si así, con una
alimentación con un 40 a 60 % de hidratos también se consiguen unos geniales
resultados para obtener el peso ideal
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