Evagrio Póntico y Juan Casiano





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https://teandrico.wordpress.com/2015/01/23/juan-casiano-y-evagrio-pontico-como-combatir-nuestros-demonios-interiores-y-poseer-una-mente-serena-y-apta-para-la-vida-espiritual/

     En artículos anteriores he tratado algunos aspectos de la oración en la obra espiritual de Evagrio Póntico. En esta breve reflexión, que viene a ser la continuación de las dos entradas anteriores sobre Juan Casiano, deseo presentar algunos aspectos centrales en la obra espiritual de estos dos grandes escritores espirituales del Cristianismo de los primeros siglos, quienes intuyeron la imperiosa necesidad de conocer la mente del ser humano, sus obstáculos y sus posibilidades con el fin de un verdadero progreso espiritual.

     Evagrio, quien nació, aproximadamente, en el año 356 en Ébora, en el Ponto, y murió en el año 400 en el desierto de «Las Celdas» en Egipto, nos ha legado una serie de breves tratados espirituales que son realmente joyas del cristianismo primitivo, cuyos contenidos por su profundidad y elaboración siguen siendo indudablemente actuales y válidos para el buscador o buscadora del espíritu/Espíritu.

     El monje trapense Juan Mª. de la Torre, en su obra: «Literatura Cristiana Antigua. Entornos y Contenidos», vol. III, Zamora, España 2004, considera a Evagrio Póntico como el primer ‘sistematizador’ de la vida monástica en Egipto.

     Su obra espiritual, como ya lo hemos mencionado en artículos anteriores, gira en torno a la «Hesyquía», que designa el estado de perfecta tranquilidad, obtenida por medio de la victoria contra los «demonios» o pensamientos («logismoi»), que provocan las pasiones y mantienen al ser humano atado a sus «enganchamientos».

     El método espiritual para observar con sabiduría los pensamientos («demonios», sin connotación metafísica), lo desarrolla y describe Evagrio en su «Tratado Práctico», en el cual puntualiza detalladamente los ocho pensamientos fundamentales que invaden la mente humana continuamente y no la dejan ver la realidad en cuanto tal. Dichos ocho pensamientos son: la avidez o la gula, la lujuria, la avaricia, la tristeza, la ira, la acedia, la vanidad y el orgullo. Los pensamientos sugeridos por cada uno de estos deseos o aversiones requieren, según Evagrio, remedios apropiados para recuperar la impasibilidad o ecuanimidad.

     Los «logismoi», que algunas veces se traducen como «demonios», o «pensamientos», otras como «pasiones» o «vicios», y muchas otras como «impulsos», ocuparon y preocuparon a los monjes y «psicólogos» del desierto cristiano primitivo. Dichos «pensamientos» obligaron a Evagrio Póntico y a Juan Casiano al estudio minucioso y casi escrupuloso del «misterioso» corazón humano. Estos filósofos del desierto, como los llama el monje e historiador García Colombás, conocían bastante bien lo que la psicología moderna llama «subconsciente», como lo demuestra Evagrio cuando advierte: «Muchas pasiones están escondidas en nuestra alma y escapan a la atención; cuando sobreviene el impulso, ya sea de la ira, la tristeza o la soberbia, se ponen de manifiesto». Evagrio enseña que ante tales pasiones debemos ser como médicos que simplemente las observan con la mayor ecuanimidad, sin reaccionar, ni identificarse con ellas; con tal observación ecuánime se logra descomponer la confusión en sus diferentes elementos, a fin de no perder la cabeza viendo el mal donde no existe. El interés primordial de Evagrio y Casiano y de los demás Padres del Desierto era tratar de mantener claro y lúcido el «mundo interior» con el fin de lograr la pureza de corazón (puritas cordis), a través de la «oración pura» y continua, y la «apatheia» o sabiduría ecuánime del espíritu.

     En la espiritualidad del monacato primitivo desempeñaba, además, un papel fundamental la «népsis», que significaba estar atento, sobrio y vigilante. Es un método espiritual que tiene como objetivo estar alerta ante los impulsos que surgen del «continuo de consciencia» que se adhiere continuamente a emociones y pensamientos pasajeros que impiden ver la realidad en cuanto tal, y nublan la visión y atención del ser humano. Un ejemplo de esta «népsis» la podemos ver en el prólogo de uno de los breves tratados de Evagrio, el Antirrhetikós (método refutatorio): «Sé un portero de tu corazón (mente), y no dejes entrar algún pensamiento (emoción o concepción), sin interrogarlo. Interroga con el silencio cada simple pensamiento y dile: ¿Eres uno de nosotros o uno de nuestros adversarios? Y si es uno de casa, te colmará de sabiduría, si en cambio es del enemigo, te confundirá con la ira, la acedia, la tristeza, la soberbia, o la confusión, y te perturbará con un deseo».

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https://teandrico.wordpress.com/2015/01/23/juan-casiano-y-evagrio-pontico-como-combatir-nuestros-demonios-interiores-y-poseer-una-mente-serena-y-apta-para-la-vida-espiritual/

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