¿HAY UN SISTEMA MAGICO PARA
REPARTIR LOS MACRONUTRIENTES ?
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Los
hidratos de carbono presentan un mayor margen de maniobra. Tenemos un rango
para elegir que va desde el 35 % a 65%
de hidratos.
Por
ejemplo, si tenemos un alto nivel de
actividad, puede interesar consumir
un 60 % de hidratos o incluso un
65%.
O quizás
otra persona muy sedentaria, podría bajar los hidratos a un 40 %.
Podemos
ajustar los hidratos para adaptarlos
a nuestra situación, en función del nivel de actividad.
Hay
personas que pueden seguir una dieta muy
baja en hidratos, por ejemplo,
con un 20% de carbohidratos. Pero para
la mayoría es muy incómodo.
No usaríamos unos zapatos muy incomodos, aunque tengamos amigos que adoran ese modelo
de zapato. ¿Pero si a nosotras/os no nos encaja bien ese tipo de zapato ?
La misma
idea es aplicable a la alimentación. Es preferible no imitar la alimentación
que siguen los demás.
El reparto de macronutrientes debe ser
escogido en función de cómo se adapte
mejor a nuestra vida diaria y obtengamos más energía y saciedad, ya que
esta distribución será con la que consigamos una mayor adherencia.
A iguales
calorías, se conseguirán resultados muy
similares en una alimentación con hidratos bajos respecto a otra con
hidratos medios.
El factor clave para que subamos, bajemos o nos mantengamos en nuestro peso será la
suma total calórica. De los hidratos,
proteínas y grasas.
La
importancia está en basarse en alimentos
saludables con buenos valores nutricionales y cumplir los mínimos de proteína y grasas necesarios. También los suficientes hidratos para disponer de una buena energía.
Muchas
veces se tiende a pensar que en el
reparto de macronutrientes está el secreto para conseguir grandes
resultados a nivel de estética. Pero la experiencia nos dice que es un planteamiento poco acertado.
Las proteínas se mantienen constantes
porque no tenemos mucho margen, ni para subir ni bajar.
Con las
grasas si hay posibilidad de ajuste. Cuando queremos reducir las calorías que
consumimos. Es muy sencillo, con bajar un poco las grasas, ya supone bastantes
menos calorías. (Ello es porque 1 gr de grasa tiene 9 kcalorias ). Disminuir las grasas del 30% al 20% supone
quitar muchas calorías de la alimentación.
En conclusión, mantenemos constantes las proteínas, variamos un poquito las grasas y modificamos al alza o baja los hidratos. También depende del nivel de actividad. Respetaremos siempre por salud un consumo mínimo de proteínas y grasas. Las grasas buenas y las proteínas presentan muchos beneficios, por ello no debemos eliminarlas de la alimentación.
Por ello, es importante elegir bien cuál es nuestro objetivo principal y trabajar en ello. Por ejemplo, queremos acudir a la fiesta con un solo objetivo principal, y es un vestuario muy elegante, y si para ello nos asesoramos bien, tenemos una alta probabilidad de conseguirlo. Centrar el objetivo principal nos ayuda a conseguirlo.
En el caso
de alimentación el elemento fundamental puede ser una alimentación saludable
con la que tengamos adherencia. Lo que muchas veces será incompatible con una dieta
con muy bajos hidratos. Seguir una alimentación con cero hidratos puede
presentar algunas ventajas, pero hay que cuestionarse si conseguiremos tener
adherencia, ya que este era el objetivo principal. Como siempre la
personalización es la clave. Tenemos que observar si toleramos una dieta muy
baja en hidratos o si nos resulta muy difícil y si así, con una alimentación
con un 40 a 60 % de hidratos también se consiguen unos geniales resultados para
obtener el peso ideal.
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