Pablo de Ors. Biografía del silencio:
Todo sucedió como expondré a continuación: al meditar
constaté cómo cuando me detenía en alguno de mis pensamientos, este se
desvanecía (algo que, ciertamente, no sucedía cuando miraba a una persona, cuya
consistencia es independiente de mi atención). A mi modo de entender, esto
demuestra que los pensamientos son escasamente fiables mientras que las
personas, por el contrario, aunque solo sea porque tienen un cuerpo, lo son en
un grado bastante mayor. Decidí entonces que, en adelante, no pondría mi
confianza en algo que se desvanecía con tanta facilidad. Decidí dejarme guiar
por lo que permanece, puesto que solo eso es digno de mi confianza. ¿En qué
confío yo? Esta es, según presiento, la gran pregunta.
Aceptar esta constante mutabilidad del mundo y de uno mismo
no es tarea fácil, principalmente, porque hace inviable cualquier definición
que sea cerrada.
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