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kaizen

- mejora continua de proceso, etc,  pequeños cambios constantes

- hacer pqueños cambiso paa mejorar

1- hacerse pequeñas preguntas.

las preguntas grandes le dan pereza al cerebro. Al hacerse prequntas pequeñas sobre un tema, es mas sencillo trabajar asi.

pqueñas preguntas q impliquen pequeños esfuerzos y pequeñlos cambios
es fudamental q las preguntas esten asociadas a pequeños cambios, ya que si las preguntas abordan temas demasiado complejos tendremos pereza por abordarlo, e incluso hasta por formular la propia pregunta compleja.
pequeñas preguntas: https://youtu.be/NUzSN5sBVDM

Tu cerebro ama las preguntas y no desea rechazarlas… a menos que la pregunta sea tan importante como para disparar el miedo. Preguntas del estilo “¿Cómo conseguiré estar flaco (o ser rico o casarme) al final de este año?” o “¿Qué producto nuevo conseguirá que la compañía ingrese un millón de dólares?” son enormes y alarmantes. Como las preguntas de Patrick a su equipo, generan miedo en cualquiera que las reciba, incluso si semejantes preguntas nos las hacemos a nosotros mismos. En lugar de responder con alegría, nuestro cerebro, al sentir temor, suprime la creatividad y cierra el acceso a la corteza cerebral (la parte pensante del cerebro) cuando más la necesitamos. Una de las capacidades del cerebro —la posibilidad de encerrarse para autoprotegerse en momentos de peligro— se convierte en este caso en un obstáculo insuperable.
Al hacer preguntas pequeñas y amables, mantenemos la reacción de lucha o huida desconectada. Preguntas kaizen tales como “¿Cuál es el paso más pequeño que puedo dar para ser más eficiente?” o “¿Qué puedo hacer durante cinco minutos al día para reducir la deuda de mi tarjeta de crédito?” nos permiten evitar nuestros miedos. Posibilitan que el cerebro se concentre en la resolución de los problemas y, eventualmente, en la acción. Haz una pregunta con la frecuencia suficiente y descubrirás que tu cerebro va almacenando las preguntas, reflexionando sobre ellas y, finalmente, generando algunas respuestas interesantes y útiles.
Michael Ondaatje, autor de El paciente inglés, utiliza preguntas pequeñas cuando se sienta a escribir sus novelas. “No tengo grandes temas en la cabeza”, dice (una afirmación que oirás repetir a otros grandes escritores). No comienza con una gran pregunta imposible de responder, como “¿Qué clase de personaje les resultaría fascinante a los lectores?”. En lugar de eso, toma algunos incidentes —“como [un] accidente aéreo o la idea de un paciente y una enfermera conversando por la noche”— y se hace a sí mismo unas pocas preguntas muy pequeñas, como “¿Quién es el hombre en el avión?”, “¿Por qué está ahí?”, “¿Por qué se estrelló?”, “¿Cuál es el año?”. En cuanto a las respuestas a las preguntas pequeñas, comenta: “Esos pequeños fragmentos, fragmentos de mosaicos, se van sumando y comienzas a averiguar el pasado de esos personajes y tratando de inventar un pasado para ellos”. Las respuestas a sus preguntas pequeñas lo van llevando a crear personajes notablemente rotundos y verosímiles, así como novelas ganadoras de premios.
En innumerables ocasiones, he oído a mis clientes formularse preguntas terriblemente duras a sí mismos. Puede que tú te hayas descubierto haciendo algunas de las siguientes:
  • ¿Por qué soy tan perdedor?
  • ¿Cómo puedo ser tan estúpido?
  • ¿Por qué todos los demás tienen una vida más fácil que la mía?
Estas preguntas también tienen el poder de involucrar al cerebro, haciendo relucir una brillante e implacable luz incandescente sobre los fallos y errores, tanto reales como imaginarios o exagerados. Ellas hacen que brote la chispa de la energía intelectual, muy bien, pero esa energía se utiliza para producir debilidades y enfatizar deficiencias.
Cuando oigo a los clientes —sobre todo a aquellos que están perdiendo claramente su autoestima— haciéndose daño a sí mismos de esa manera, les pido que empleen otra técnica kaizen. Si tiendes a hacerte reproches utilizando preguntas negativas (“¿Por qué estoy tan gorda?”), intenta preguntarte: “¿Qué es lo que me gusta hoy de mí?”. Hazte esta pregunta todos los días, escribiendo la respuesta en un diario o en una hoja de papel que guardes en un lugar especialmente destinado para eso.
Tengo la esperanza de que desarrolles el hábito kaizen de hacerte preguntas pequeñas (¡y positivas!). Cuando comiences a hacerlo, recuerda que estás programando tu cerebro para la creatividad, de modo que escoge una pregunta y repítela durante el transcurso de varios días o semanas. En lugar de congelar a tu cerebro con ingentes y airadas demandas, experimentarás el productivo rendimiento de un cerebro que está siendo gratamente desafiado.


En vez de animar al cambio radical, más
innovador, para producir los resultados requeridos, el curso TWI exhortaba a los
directivos a perseguir lo que se denomina «mejora continua». El manual del curso
instaba a los supervisores a «buscar cientos de pequeñas cosas que tú puedas
mejorar. No intentes planificar una estructura departamental completamente nueva o
ir a por una gran instalación de nuevo equipamiento. No hay tiempo para esos
grandes asuntos. Busca mejoras en las tareas ya existentes con tu equipamiento
actual».

Ante un gran reto, en lugar de hacernos una gran pregunta : ¿Cómo voy a solucionar esto?, ante la cual nuestra mente quedaría inmóvil, lo mejor es cambiarla por otra más motivadora y creativa:
¿Cómo puedo hacer un pequeño cambio en mi rutina diaria?
¿Qué pequeña mejora puedo hacer en un determinado aspecto de mi empresa?
¿Qué palabras puedo decir a diario para mejorar mi relación?
¿qué puedo hacer diferente para comunicarme mejor con los demás?


2 - hacer PNL mental con pequeños mini pensamientos, pildoras de pensamientos, pildoras de PNL
Puede ser un alivio saber que hay una manera casi indolora de entrenarte para realizar tareas difíciles, incluso aquellas que pienses que no son adecuadas para tu carácter o tus habilidades. Este método llamado modelar la mente te puede ayudar a competir en una carrera difícil, a aventurarte a citas a ciegas o a hablar a los empleados con mayor eficacia.
La técnica de modelar la mente aprovecha la vanguardista neurociencia, que sugiere que la mejor manera en que el cerebro aprende no es recibiendo altas dosis de optimismo simplista, sino con muy pequeños incrementos graduales, más pequeños de lo que nunca antes se consideró posible.
El método de modelar la mente, desarrollado por Ian Robertson, es una modernísima técnica que implica una total, pero imaginaria, inmersión sensorial. Requiere que quienes la practiquen simulen que están realmente involucrados en la acción, no solamente viendo, oyendo, saboreando, oliendo o tocando. En la técnica de modelar la mente, la gente imagina el movimiento de sus músculos, y sus altibajos emocionales.
3- Acciones pequeñas, hacer pequeñas cosas pero hacerlas
Las acciones pequeñas conforman la base de la mayoría de los programas de cambio del kaizen, por una razón obvia: no importa cuánto prepares o practiques preguntas pequeñas y pensamientos pequeños, al final deberás pasar al terreno de la acción. Esto es así tanto si planeas montar un nuevo negocio, como si te tienes que enfrentar a un miembro conflictivo de la familia. Pero dado que esto es kaizen, tus primeras acciones serán muy pequeñas, tan pequeñas que puedes llegar a encontrarlas raras y hasta ridículas. Eso está bien. Es conveniente tener sentido del humor cuando estás tratando de cambiar tu vida. A continuación hay algunos maravillosos ejemplos de acciones kaizen:
  • Dejar de excederte: quita algo del carrito de la compra antes de dirigirte a la caja.
  • Iniciar un programa de ejercicios: ponte de pie —sí, simplemente ponte— en la cinta de correr durante unos minutos por la mañana.
  • Controlar el estrés: una vez al día, localiza qué parte de tu cuerpo está tensa (¿el cuello?, ¿la parte inferior de la espalda?, ¿los hombros?). Después, respira hondo.
  • Mantener limpia la casa: elige una zona de la casa, programa cinco minutos en un cronómetro y ordénala. Detente cuando el tiempo acabe.

Estas acciones pequeñas, habitualmente les suenan extrañas a los no iniciados. Pero si has estado luchando para hacer un gran cambio —perder 10 kilos, cambiar de profesión o estabilizar una relación amorosa que se está hundiendo— y has fracasado, entonces puede que aprecies cómo los pequeños cambios pueden ser de utilidad. Recuerda que los grandes y audaces esfuerzos para hacer un cambio pueden ser contraproducentes. Muchos de esos esfuerzos no tienen en cuenta los pesados obstáculos que puede haber en el camino: la falta de tiempo, los presupuestos ajustados o una profundamente arraigada resistencia al cambio. Tal como hemos aprendido, los programas radicales de cambio pueden hacer surgir tus ocultas o no tan ocultas dudas y temores (“¿Y si fracaso?”, “¿Y si logro mi objetivo y sigo siendo infeliz?”), activando las alarmas de la amígdala. El cerebro responde a este miedo con niveles hormonales disparados y bajos niveles de creatividad, en lugar de con la positiva y consistente energía que necesitas para lograr tus metas a largo plazo
Las acciones pequeñas llevan muy poco tiempo o dinero y son agradables incluso para aquellos de nosotros que no tienen acumulado un gran volumen de voluntad. Las acciones pequeñas engañan al cerebro, que piensa: “Ah, este cambio es tan pequeño que no es gran cosa. No hay motivo para ponerse nervioso. En esto no hay riesgo de fallar o de ser infeliz”. Al sortear la respuesta al miedo, las acciones pequeñas le permiten al cerebro crear nuevos hábitos permanentes, a un ritmo que puede ser sorprendentemente rápido.







6 estrategias diferentes. Esas estrategias incluyen:
• hacer preguntas pequeñas pasa disipar temores e inspirar creatividad
• tener pensamientos pequeños para desarrollar nuevas habilidades y hábitos, sin
mover un músculo
• realizar acciones pequeñas que garanticen el éxito
• resolver problemas pequeños, incluso cuando te enfrentes a una crisis abrumadora
• concederte premios pequeños a ti mismo y a otros para producir los mejores
resultados
• reconocer los pequeños pero cruciales momentos que los demás ignoran


https://www.youtube.com/watch?v=-iWiKcfDq5M




http://gerentes.com.mx/kaize
Preguntas pequeñas:

Ante un gran reto, en lugar de hacernos una gran pregunta : ¿Cómo voy a solucionar esto?, ante la cual nuestra mente quedaría inmóvil, lo mejor es cambiarla por otra más motivadora y creativa:
¿Cómo puedo hacer un pequeño cambio en mi rutina diaria?
¿Qué pequeña mejora puedo hacer en un determinado aspecto de mi empresa?
¿Qué palabras puedo decir a diario para mejorar mi relación?
¿qué puedo hacer diferente para comunicarme mejor con los demás?

2. Pensamientos pequeños:

esto se aplica, modelando nuestra mente. Haciendo “mentalmente” aquello que necesitamos hacer. Repitiendo como si estuviesemos viendo una película aquellas situaciones que necesitamos mejorar. Podemos imaginar que lanzamos la bola a la canasta una y otra vez, o reproducir en nuestra mente una conversación que necesitamos tener. Prestar especial atención a los gestos que haríamos, a las palabras que diríamos, al tono de voz que emplearíamos. Nuestra mente, es un músculo, que con la visualización y la repetición mejora nuestra forma de actuar, porque ya lo hemos “ensayado”.

3. Acciones pequeñas:

ante una gran meta, como por ejemplo, quedar entre los tres primeros en una maratón; o conseguir unas ventas de un determinado monto, o mejorar nuestra relación de pareja, es imposible que implementemos todas las acciones necesarias en un solo día. Por eso, es conveniente, casi imprescindible, dividir ese objetivo en pequeñas acciones que podamos ir tomando día a día. Por ejemplo, llamar a cinco clientes por día, o correr una hora por día, o hacer tres comentarios positivos a nuestra pareja cada día.

4. Problemas pequeños:

En lugar de dejar que las cosas vayan a más, el Kaizen aconseja resolver esas situaciones que pueden traer grandes problemas, ni bien las conocemos. No dejar que crezcan, que lleguen a quitarnos el sueño. Una chispa en el campo es mucho más controlable que un gran incendio. Por eso, cada día, debemos resolver. Ser resolutivos, ser proactivos. Tomar acción sobre esas cosas, antes que se conviertan en urgentes.

5. Premios pequeños:

Si nos vamos premiando por cada paso dado, con pequeños premios, en lugar de dejar un premio grande, para las grandes acciones, nuestra mente se acostumbrará a hacer esas pequeñas acciones diarias, reconociendo en nosotros ese logro y así estamos premiando la disciplina y la persistencia. En la empresa, si ponemos un gran premio para los empleados, no serán capaces de dar pequeñas ideas, o pequeños pasos porque no los considerarán dignos de ese gran premio, y perderemos oportunidades preciosas de avanzar en la mejora continua.

6. Momentos pequeños:

En este paso, Robert Maurer menciona la observación hecha por una azafata, que creyó importante comentar a sus superiores una nimiedad. Qué los pasajeros se dejaban la aceituna de sus ensaladas. Con este pequeño detalle, la compañía , al suprimir la aceituna, se ahorró 500.00o dólares anuales!!! Disfrutar de los pequeños placeres diarios, reconocer las virtudes diariamente a nuestra pareja, recordar pequeños momentos de felicidad, todo estos momentos pequeños, harán que consideremos nuestro día mucho más agradable.

Te reto a que te enfrentes a eso que te está frenando, a esa meta que te parece inalcanzable, a esa relación en la que te encuentras estancado, a ese negocio que no te deja dormir….. con el Kaizen. Piensa, escribe y aplica todas aquellas pequeñas acciones que te surjan de hacerte pequeñas preguntas en esos pequeños momentos para resolver esos pequeños problemas, y prémiate con un pequeño paseo junto al mar para disfrutar de ese pequeño momento.

Al fin y al cabo, nuestra vida, es eso, La suma de pequeños momentos. Tu puedes decidir como serán esos pequeños momentos. Poniendo el enfoque en ellos, tu vida, se llenará de emociones positivas!!!



















min 10, 12

https://www.youtube.com/watch?v=JLSHqFMHRLo



poner amor donde hay dolor, eso es la autocompasion

- todo el mundo sufre
- que quede libre del sufrimiento



“La atención es la moneda más valiosa que tengo para pagar la libertad interior'’, decía G. Gurdjieff.

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