Conceptos 19

01. Certificados profesionalidad


https://www.sepe.es/HomeSepe/que-es-el-sepe/comunicacion-institucional/publicaciones/publicaciones-oficiales/listado-pub-formacion/repertorio-certificados-profesionalidad.html

https://www.sepe.es/HomeSepe/que-es-el-sepe/comunicacion-institucional/publicaciones/publicaciones-oficiales/listado-pub-formacion.html

02.

min 3, hablar bajar tono, respeto

https://zetatesters.com/2017/04/zt-62-de-la-idea-al-megaproducto-con-celia-alba-y-oriol-borrega/

03.

https://www.presentable.es/blog-presentable/

04. pelciual molly gam nefl

min 17

the circle

precaucion piezas sueltas

secretos del nilo

barbie y los delfines magicos

sirenas de mako

sirenas h2o

ceniceinta pop

alexa and katie

maggie bianca

05. series destacadas

1 h min 2, apartado donde destacan las series que mas les gustan minuto 59
https://es.player.fm/series/podcast-ohhh-tv-podcast/s14e07-hastag-cara-sonriente-enviar

Servant
Mr. Robot
La materia oscura
Capítulo 0
Malaka
Hip-hop evolution
Sex education
The Eric Andre Show
Your pretty face is going to Hell
Don’t F**k with cats: Hunting an internet killer
Fleabag en directo
Titans

06. Zetatesters


https://zetatesters.com/2017/04/zt-62-de-la-idea-al-megaproducto-con-celia-alba-y-oriol-borrega/


07. Budismo y psicologia transpersonal


https://www.youtube.com/watch?v=_U6GKoPKthA

08. fitness Chyanne Jacomini



https://www.youtube.com/watch?v=tyNpe8C0x0s

https://www.youtube.com/channel/UCAkSikrZ_CX5QNL8jWJGOGw

09. Iceberg mente


https://www.somosinteligenciaemocional.com/el-iceberg-emocional/

10. libros recomendados por Tony Robbins


https://librosparacambiardevida.com/10-libros-imprescindibles-de-tony-robbins/

vivaelnetworking.com/libros/anthony-robbins/

11.
https://www.youtube.com/watch?v=qm3T4RZ8MPc

12. por que soy enamoradizao ?


https://www.psicologia-online.com/como-no-hacerse-falsas-ilusiones-275.html

14. emociones


https://carlosjgonzalezblog.wordpress.com/tag/tris-tras/

http://fisicacuanticayneuropsicologia.blogspot.com/

https://lamenteesmaravillosa.com/la-tecnica-del-anclaje/

15. congreso asambleas Cristianas


https://unlimited2020.com/

16. voluntario


17. atletismo



Paula Sevilla




19. conversaciones imaginarias con grandes sabios que te aconsejan

20. Tonny Robbins - despertando el gigante


1h 21 min


Una vez adoptada la creencia de que no puede hacerse nada para cambiar algo,
sencillamente porque nada de lo que ha hecho hasta ahora ha logrado cambiarlo, empieza a
absorber un veneno pernicioso en su sistema. Hace ocho años, cuando había alcanzado el
fondo del pozo y no creía que las cosas cambiaran alguna vez, pensé que mi problema era
permanente. Eso fue lo más cerca que estuve de experimentar la muerte emocional. Aprendí a
vincular tanto dolor a sostener esa creencia que finalmente fui capaz de destruirla y jamás la
he tolerado desde entonces.
Debe usted hacer lo mismo. Si se ha oído decir a sí mismo o a cualquier otra persona
que le importe que un problema sea permanente, es hora de sacudir inmediatamente a esa
persona y hacerla reaccionar. Tiene que ser capaz de creer: «Esto también pasará», sin que
importe lo que le suceda en la vida, y saber que, si continúa insistiendo, encontrará un
camino.

21. Tonny Robbins - despertando el gigante


nuestras creencias, y nuestras
creencias se ven impulsadas por nuestras generalizaciones acerca de lo que hemos aprendido
que conducir: al dolor y al placer. Esas generalizaciones guían todas nuestras acciones y, en
consecuencia, la dirección y calidad de nuestras vidas.
Las generalizaciones pueden ser muy útiles; se trata, simplemente, de la identificación
de pautas similares. Por ejemplo, ¿qué le permite abrir una puerta? Observa una manilla y,
aunque no ha visto hasta ahora ésta en particular, en general puede sentirse seguro de que la
puerta se abrirá si la hace girar arriba o abajo, a derecha o izquierda, o si la empuja o tirar de
ella. ¿Por qué lo cree así? Sencillamente, su experiencia con las puertas le ha proporcionado
referencias suficientes como para crear una sensación de certidumbre que le permite
completar la acción. Sin esa sensación de certidumbre seríamos virtualmente incapaces de
salir de casa, conducir un coche, usar un teléfono o hacer cualquiera de las muchas cosas que
hacemos cada día. Las generalizaciones simplifican nuestra vida y nos permiten funcionar.
Desgraciadamente, las generalizaciones en ámbitos más complejos de nuestra vida
pueden simplificar en exceso y producir creencias limitadoras. Quizás haya fracasado usted a
la hora de completar la acción en unas pocas tareas emprendidas en su vida y, basándose en
ello, ha desarrollado la creencia de que es incompetente. Una vez convencido de que eso es
cierto, puede transformarse en una de esas profecías que se cumplen a sí mismas. Puede usted
decirse: « ¿Por qué intentarlo si, de todos modos, no voy a llegar hasta el final?» O quizás
haya tomado unas pocas decisiones deficientes en los negocios, o en las relaciones con los
demás, y haya interpretado que eso significa que siempre se «sabotea» a sí mismo. O quizá no
aprendió en la escuela con la misma rapidez que le parecía aprendían los demás compañeros y
en lugar de considerar la idea de que disponía usted de una estrategia de aprendizaje diferente,
decidió que se hallaba «incapacitado para aprender».
En otro plano, ¿no le parece que el prejuicio racial se ve

22. psicologia: la prueba social


https://marketingaholic.com/la-prueba-social/820/

23. pnl

https://www.youtube.com/watch?v=OS0riar7Ctg

24. perder la verguenza


https://www.youtube.com/watch?v=wGKkW1mqVmA

25. influencia de los demas


adquirir creencias de otros

minuto 11

https://youtu.be/j6lE75XYOPE?t=679

26. relaciones


https://es.player.fm/series/la-neta-wey/e7-si-le-gustas

27. analogia, orden sintaxis


sillas, barrer palomitas

28. Aya Sheryda cosplay


29. imprimir blog en pdf

30. min 10
https://www.youtube.com/watch?v=ikH06ljtzGA&t=1101s

min 2
https://www.youtube.com/watch?v=ehdlbm939Qo

29. receta pollo

30.

https://es.player.fm/series/inconfundiblemente

31. Buena postura corporal


https://www.awaken.com/2020/01/the-surprising-benefits-of-good-posture-2/

33. testosterona depresion


https://www.infosalus.com/salud-investigacion/noticia-eeuu-avanzan-conocimiento-efectos-antidepresivos-testosterona-20120402174611.html

32. Ami Bondia


https://www.youtube.com/user/amibondia

33.




34. metropoli

http://www.rtve.es/alacarta/audios/metropoli/metropoli-noticies-curioses-entrevista-coto-matamoros/4608898/

35.

https://www.arte.tv/es/videos/085801-004-A/dopamine-4-8-instagram/

36. pastor

https://www.youtube.com/watch?v=jJL53XPm2X8

37. caroline leaf libros

38. griegos actividad contemplativa

https://es.gaudiumpress.org/content/29719-Contemplacion-y-Accion---El-ejemplo-de-Santo-Tomas-de-Aquino

https://mercaba.org/DicPC/C/contemplacion.htm

https://books.google.es/books?id=7-5eIvCW0yEC&pg=PA39&dq=griegos+actividad+contemplativa&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwj2-7PCv6bnAhUQlhQKHQNVA8UQ6AEIKTAA#v=onepage&q=griegos%20actividad%20contemplativa&f=false

39. mistico especulativo

40. Consultora en liderazgo y cambio organizacional. 

no solo saber que hace tu empresa, sino saber para que hace eso

¿ para que haces eso ?

min 6.30

min 9

min 12

min 4

para que haces

https://es.player.fm/series/inconfundiblemente/ep-270-isabel-nogueroles-consultora-en-liderazgo-y-cambio-organizacional-fundadora-de-liderazgo3dcom

41. Michael Singer y Tonny Robbins


https://www.youtube.com/watch?v=Sl7UwUOlTLQ&t=90s

42. Michael Singer


si eres muy
aprensivo te desagradara a afrontar
cualquier cambio. Tratarás de crear a tu
alrededor un mundo que sea previsible
,controlable y definible. Intentarás crear
un mundo que no estimule tus miedos,
el miedo no quiere sentirse a sí mismo;
de hecho tiene miedo de sí mismo por
tanto tenderá a emplear la mente con
afán de manipular la vida para así no
sentir miedo

la gente no comprende que el miedo es
simplemente una cosa, un objeto más entre
los innumerables objetos que somos
capaces de experimentar y que
constituyen el universo


43. Libro. el gobierno de las emociones - Victoria Camps


que son las emociones ?

Aunque hoy se hable mucho de las emociones, éste no es un concepto que forme parte del acervo tradicional de la filosofía. Los filósofos se han referido mucho a las pasiones, a los sentimientos, a los afectos, centrales estos últimos en la Ética de Spinoza, o en el Tratado de Descartes sobre las pasiones, a las que llama «afecciones del alma». En todos los casos, el término en cuestión evoca algo que el individuo padece, que le sobreviene, que le afecta y que no depende de él. El Diccionario de la Real Academia Española dice, tanto de los sentimientos como de las emociones, que son «estados de ánimo». No es una definición que aclare gran cosa, pero, cuando menos, establece una similitud entre el significado de ambos términos, el sentimiento y la emoción. Los psicólogos y los neurólogos afinan algo más y suelen vincular las emociones y los sentimientos en una secuencia en la que primero se dan las emociones, las cuales producen o son a su vez síntoma de la existencia de ciertos sentimientos. «Si las emociones se presentan en el teatro del cuerpo, los sentimientos se representan en el teatro de la mente», escribe Damasio.1

Uno se sonroja o se le llenan los ojos de lágrimas, y ello significa que estamos sintiendo vergüenza o tristeza. Los filósofos, en cambio, se interesan por las emociones, los sentimientos o las pasiones, desde el punto de vista de la relación que puedan tener con la razón.2 Hoy abunda la tendencia a considerar que existe entre lo sensible y lo racional un continuo, siendo difícil separarlos. Es la tesis de Ronald de Sousa, quien defiende que «la función de la razón es llenar los huecos dejados por la razón pura en la determinación de la acción o creencia».3 De opinión parecida es otro estudioso de las emociones, Robert C. Solomon, que atribuye a las emociones la función normativa y proactiva que siempre se adjudicó en exclusiva a la razón: «Las emociones son racionales y propositivas más que irracionales y disruptivas, se parecen mucho a las acciones, escogemos una emoción como escogemos una línea de acción».4 Las emociones no son algo que me ocurre, sino algo que yo hago.

Desde dicha perspectiva, la filosófica y, en concreto, la de la filosofía práctica, es desde la que me propongo abordar el tema. Desde Platón, y con hitos clásicos, como el de Descartes, la filosofía ha tendido a contraponer la racionalidad al sentimiento, dando por lo general preponderancia a la facultad racional sobre la facultad desiderativa de la que nacen las pasiones, los afectos o las emociones. El énfasis puesto en las emociones en la actualidad pretende revertir o, cuando menos, matizar esa tendencia mostrando que es simplista y falsa. Lo hace, sin embargo, con el peligro de despreciar la función de la razón o de quedarse en el nivel más superficial de lo emotivo. Mi hipótesis de partida es que la ética no puede prescindir de la parte afectiva o emotiva del ser humano porque una de sus tareas es, precisamente, poner orden, organizar y dotar de sentido a los afectos o las emociones. La ética no ignora la sensibilidad ni se empeña en reprimirla, lo que pretende es encauzarla en la dirección apropiada. ¿Apropiada para qué? Para aprender a vivir, que es, al mismo tiempo, aprender a convivir de la mejor manera posible. En el encauzamiento de las emociones tiene una parte importante la facultad racional, pero no para eliminar el afecto, sino para darle el sentido que conviene más a la vida, tanto individual como colectiva. Con esa concepción de la ética de la que parto y doy por buena no estoy descubriendo nada nuevo. Es la que propuso Aristóteles, quien, por otra parte, fue el primer filósofo que se ocupó de sistematizar la ética en una teoría de las virtudes.

Otros filósofos, como Spinoza, Hume y Adam Smith, realzaron y potenciaron también el papel de los sentimientos como núcleo, incluso como fundamento, de la moral. Todos ellos coinciden en poner de relieve la escasa capacidad de la razón por sí sola para mover a la acción, así como la consiguiente necesidad de que el pensamiento racional afecte a la persona, que los principios y las normas se incorporen de tal forma a su manera habitual de ser que produzcan sin demasiado esfuerzo los efectos deseados en la práctica. Se trata, en definitiva, de conseguir que el bien y los deseos coincidan hasta el punto de que no haya diferencia entre ambos. Se trata, dicho de otra forma, de reconciliar lo que, en principio, parece irreconciliable, a saber, que sea posible que la persona quiera hacer lo que le cuesta y no le apetece hacer. O se trata de poder aceptar sin que nada chirríe la célebre aseveración de Spinoza según la cual «no deseamos las cosas porque son buenas, sino que son buenas porque las deseamos». En definitiva, la conjunción de razonamiento y emociones busca un equilibrio emocional que no es pura y simplemente el resultado de una imposición o represión de la razón sobre la emoción. Lo dice muy bien Ignacio Morgado en una excelente exposición de tal equilibrio: «No imponemos la razón a los sentimientos, sino que utilizamos aquélla para cambiar nuestras emociones y la conducta que de ellas deriva».5 Efectivamente, razonando se generan nuevas emociones que suplantan a las que en principio producían sentimientos perturbadores e incovenientes para el bienestar psíquico de la persona.

De las diferentes teorías establecidas para entender y explicar las emociones, la que prevalece y se impone es la llamada «teoría cognitivista», según la cual las emociones tienen un sustrato cognitivo y no meramente sensitivo. La teoría no es en absoluto nueva, pues fue Aristóteles el primero que vinculó las emociones al conocimiento. En la Retórica se refiere a las emociones como «aquellos sentimientos que cambian a las personas hasta el punto de afectar a sus juicios».6 Pero también dirá que los juicios o cogniciones afectan a las emociones y son la causa de que éstas tengan lugar. Hay que profundizar en esa causalidad de las emociones, averiguar qué las produce, con el fin de potenciarlas o evitarlas para que la emoción se dé cuando le convenga al sujeto. También la Ética de Spinoza desarrolla una teoría cognitivista de los afectos, puesto que, como veremos, éstos van siempre acompañados de una idea de los mismos. Esa idea, que es la explicación que nos damos a nosotros mismos de lo que sentimos, puede ser adecuada o inadecuada, según se refiera o no a la causa real del afecto. Hume, a su vez, con su teoría de que el conocimiento se origina en las impresiones sensibles, a partir de las cuales nos formamos ideas de las cosas, incide, asimismo, en el carácter cognitivo que revisten las impresiones sensoriales. Sea como sea, la teoría cognitivista es la que recoge la simbiosis entre sentimiento e intelecto, cuerpo y mente, que ahora intentamos recuperar. Una simbiosis difícil de encontrar de forma satisfactoria en las filosofías dualistas, como la platónica o la cartesiana, para las que a la mente le corresponde pensar y al cuerpo, moverse y actuar siguiendo las órdenes de la mente. Consagran tales filosofías la concepción que muy bien supo ridiculizar Gilbert Ryle, varios siglos más tarde, como la del «fantasma en la máquina». La teoría sensitiva, no cognitivista, de William James es muy similar a la de Descartes. Para ambos, la realidad exterior es la que provoca los cambios corporales que dan lugar a la emoción. La concepción de James se resume en la conocida afirmación «No lloramos porque estamos tristes, sino que estamos tristes porque lloramos». Lo determinante es fisiológico.7

Según las teorías cognitivistas, por el contrario, la estructura de las emociones está constituida por creencias, juicios o cogniciones, además de por los deseos. Así lo entiende, por ejemplo, Donald Davidson, quien pone de manifiesto que la acción humana se explica a partir de unos deseos o «pro-actitudes» y a partir de unas creencias. De un modo parecido, Justin Oakley, en un libro dedicado a las emociones y la vida moral, define a las emociones como «un complejo de afectos, cogniciones y deseos».8 Emociones como el miedo o la compasión consisten, en efecto, en modificaciones corporales o psíquicas que indican que hemos visto, oído o adivinado algo que nos afecta, que produce en nosotros una suerte de conmoción en principio física: un susto, un sobresalto, una mueca de disgusto, un temblor. Aunque la afección de entrada es corporal y está provocada por algo externo a nosotros, en el fondo de ella yace algún pensamiento o creencia relativo a lo que acabamos de percibir, y que nos lo señala como algo temible o digno de atención. Por eso, porque sentimos que estamos ante algo que es una amenaza o algo que suscita nuestra empatía, de la emoción sentida deriva una tendencia a actuar, el deseo de evitar o, por el contrario, de mantener aquello que la ha causado. El temor a que me roben, a perder el trabajo, a perder las amistades, a tener un cáncer, se funda en creencias derivadas de experiencias propias, ajenas o divulgadas con profusión hasta convertirse en un lugar común. Esas creencias, perfectamente fundadas en muchos casos, son las que provocan el miedo y las que alimentan a su vez el deseo de evitar el daño. Todos los sentimientos se explican por conocimientos o creencias que las sustentan. La pasión amorosa se basa en la creencia de que la persona amada lo tiene todo, se puede confiar en ella, es atractiva, es interesante y guapa, por lo que uno desea que esa creencia no se frustre, sino, al contrario, se refuerce por el contacto con la persona querida. Las emociones pueden proceder de creencias o cogniciones equivocadas, de hecho, muchas veces ocurre así. En cualquier caso, la causa de una emoción determinada es siempre una cierta visión de las cosas que genera rechazo o deseo de permanencia.

Tanto el componente cognitivo de las emociones como el desiderativo interesan especialmente para la perspectiva moral sobre las mismas. Nos importa saber qué las provoca y cómo influyen en la conducta, qué creencias las alimentan y qué motivaciones para actuar derivan de ellas. Desde tal punto de vista, las emociones han sido definidas también como «disposiciones mentales» que generan actitudes.9 Su vinculación con el deseo las convierte, efectivamente, en disposiciones a obrar, que proporcionan a la persona una orientación, la cual viene dada por las creencias que uno tiene sobre la realidad, y se proyecta hacia un objetivo propiciado por el deseo. Las creencias proveen a la persona de una «imagen del mundo que habita», mientras los deseos le proporcionan «objetivos o cosas a las que aspirar». El puente que vincula las creencias al deseo es el estado emotivo. Dicho de otra forma, las creencias crean un mapa del mundo y los deseos apuntan a recorrerlo o, por el contrario, a evitarlo. Es más, si las emociones tienen que ver con una forma determinada de entender el mundo y provocan un comportamiento reactivo consecuente con esa visión, las emociones presuponen una «cultura común», un sistema de creencias y prácticas compartidas.10 Es decir, que sentimos y nos emocionamos de acuerdo con el entorno en el que hemos nacido y en el que vivimos.

Desear un objetivo no es conseguirlo. Por ello, los deseos suelen quedar satisfechos o frustrados, lo que hace que se desarrolle en nosotros una determinada actitud hacia aquello que ha originado la satisfacción o la frustración. Si el amor es correspondido, se fortalece y genera optimismo hacia la vida en general; si no lo es, produce decepción, desengaño y malhumor también generalizados. Cuanto más potente es el deseo, más empapa el conjunto de la existencia. De ahí que una de las maneras de gobernar las emociones sea evitar que las aspiraciones de uno se concentren en una sola cosa. Una postura sabia tras un deseo frustrado es procurar que tal deseo, en circunstancias similares, no vuelva a producirse, lo cual, en algunos casos, significará modificar, asimismo, la creencia que suscitó la emoción y el deseo subsiguiente. La persona amada deja de tener las cualidades maravillosas que le suponíamos y se muestra como la suma de todos los defectos, el viaje prometedor acaba enfureciéndonos con la agencia de viajes que nos lo vendió como inigualable. De esta forma, la suma de deseos satisfechos o frustrados contribuye a modificar las fuentes cognitivas que los generaron y a hacer que lo que, en principio, nos afectaba en sentido positivo deje de hacerlo si las expectativas se han frustrado. Esta sucesión de actitudes positivas o negativas se refleja en el comportamiento de cada uno y, a la larga, conforma eso que llamamos «carácter».





Emociones positivas y negativas



Si las emociones son disposiciones mentales que generan actitudes –dicho de otra forma, son maneras de ser–, no tiene mucho sentido referirnos a ellas como algo que el individuo padece y, por lo mismo, le impide actuar como él quisiera. Jon Elster tiene un estudio amplio sobre las emociones y la racionalidad o la irracionalidad de las mismas. Parte de la convicción de que es equivocado preguntarse si las emociones son acciones o pasiones. Seguramente tienen un componente pasivo, en la medida en que le sobrevienen al sujeto, pero tienen también un componente activo, porque incitan a reaccionar de la forma que sea. En consecuencia –propone Elster–, habrá que verlas como racionales o irracionales, o como apropiadas o inapropiadas, teniendo en cuenta que la explicación para considerarlas de un modo u otro es que contribuyan o no al bienestar subjetivo de la persona que experimenta la emoción. La perspectiva desde la que Elster analiza el tema no es exactamente la de la ética. Por eso se refiere únicamente al bienestar subjetivo y no al bienestar de todos, que sería una forma más apropiada de verlo desde el punto de vista de la ética. En cualquier caso, tanto si lo que buscamos es la felicidad individual como la colectiva, con vistas a tal fin las emociones serán negativas o positivas, contribuirán a acrecentar el bienestar, la justicia o cualquiera de los valores morales, o a disminuirlos. En un sentido similar, Oakley afirma que una emoción es buena si va dirigida o corresponde a algo bueno o «relacionado con el florecimiento humano».

Pero ¿qué significa, en el siglo XXI, el florecimiento humano? ¿Podemos seguir utilizando la expresión aristotélica de la «excelencia de la persona», la areté, como la finalidad que nos constituye? Es cierto que hoy se habla de excelencia a muchos propósitos. Pero la pregunta complicada es: ¿podemos determinar qué virtudes o cualidades conforman hoy la excelencia de la persona? La respuesta a esta pregunta nos lleva a un debate estéril (como tienden a serlo la mayoría de los debates filosóficos), pero que no por ello deja de ser un debate interesante. Es estéril desde un punto de vista utilitario que consideraría que es inútil plantearse cuestiones que carecen de respuestas claras. Pero esos debates aparentemente inútiles también contribuyen a entender mejor ciertos conceptos que utilizamos con profusión sin pactar antes su significado. Uno de ellos es, precisamente, el de excelencia. Hay filósofos que opinan que el discurso de las virtudes es imposible en sociedades complejas y plurales como las que hoy conocemos. O es imposible desde el pensamiento moderno, centrado en el individuo, y en la libertad o autonomía de la persona como derecho fundamental. Si definimos al sujeto moral como el que es capaz de elegir la forma de vida que quiera, parece lógico que ese sujeto sea «el hombre sin atributos», alguien a quien no es legítimo exigirle unas determinadas cualidades, puesto que ello le restaría libertad para decidir cómo ser. Esta opinión la defiende con entusiasmo Alasdair MacIntyre en su mejor libro, Tras la virtud. Un libro que, como dice bien el título, expresa al mismo tiempo la nostalgia y la melancolía por una sociedad en la que era posible determinar de antemano cómo debía ser la persona considerada buena. Desde la Modernidad, explica el filósofo, el vínculo entre «la persona tal como es» y «la persona tal como debería ser» es inexistente. Ese vínculo se da en Aristóteles, que no tiene problema ninguno para definir al hombre como «animal social». La filosofía cristiana también da por supuesta una definición de la persona como creatura divina que debe obediencia a Dios. Pero, cuando la persona ya no puede definirse sino como autónoma y libre, pensar en su excelencia, de un modo unitario, no solo es imposible, sino seguramente también algo dogmático y, en definitiva, poco ético.

Mi punto de vista difiere del de MacIntyre en el aspecto siguiente. Pienso que el conjunto de derechos humanos que se han constituido como los mínimos de una moral universal hace a la persona sujeto de unos derechos y también de un compromiso, individual y colectivo, para que tales derechos se mantengan y se cumplan. La persona no puede definirse ya como el animal social o político cuya excelencia radicaría en la dedicación a la política (entendida ésta en su acepción más noble, hoy en el más absoluto olvido). Aun así, en una democracia, el individuo es ciudadano y, como tal, es sujeto de derechos pero también de deberes. Los deberes son lo que llamamos «virtudes cívicas», que consisten en el conjunto de obligaciones que comprometen con lo público o con el interés general, que harán del individuo, en principio interesado solo por sí mismo y los suyos, una persona dotada de civilidad. En eso consiste la ética pública, que no es en absoluto prescindible en un Estado democrático y de derecho. Desde tales premisas y recuperando el tema de las emociones, habrá que ver qué emociones son apropiadas y por qué lo son para que el compromiso de la persona con lo público se produzca, se mantenga y no desfallezca. Para que la ciudadanía no caiga en la desmoralización, como hubiera dicho Aranguren.

Defender las emociones en la vida moral no es incurrir en un sentimentalismo o en un moralismo flojo y sin fundamento. Por lo menos, intentaré evitar que mi propuesta se entienda en tal sentido. Es, por el contrario, poner de manifiesto la importancia moral de tener emociones apropiadas en el grado apropiado y en las situaciones apropiadas. «Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y en el momento correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.» La cita es de Aristóteles y encabeza uno de los libros que han contribuido más, para bien y para mal, a que las emociones adquirieran una preponderancia inusitada en la investigación social. Me refiero a Inteligencia emocional, de Daniel Goleman, un libro destinado a explicar no solo que las emociones cuentan en las relaciones humanas y profesionales, sino que es necesario y posible administrarlas con inteligencia.

Para conseguir gobernar las emociones, habrá que analizarlas y decidir la conveniencia de las mismas para desarrollar una personalidad que tenga en cuenta los principios y los valores éticos. Es la tarea que ocupó a Aristóteles, tanto en sus Éticas como en la Retórica, y también a Spinoza en su Ética. Filósofos más cercanos a nosotros, como Nietzsche, se muestran igualmente adversos a un racionalismo encumbrado que ha ahogado el peso de los sentimientos. Sartre es otro ejemplo en una breve teoría de las emociones que me parece interesante reseñar aquí porque, aunque directamente no hable de ello, nos ayudará a abordar el tratamiento ético de las emociones.11

Sartre parte del tratamiento psicológico de las emociones y, en concreto, de William James, para poner de relieve que es insuficiente. Al psicólogo solo le importa el hecho emotivo, focalizado en una serie de manifestaciones corporales o fisiológicas de las que la persona toma conciencia. Una teoría que afirma que «estamos tristes porque lloramos» es una teoría mecanicista que no se enfrenta a lo que el fenomenólogo piensa que es importante, a saber, el significado de las emociones y el lugar que ocupan en la conciencia. De acuerdo con esa búsqueda de significado, Sartre piensa que, en principio, las emociones no son más que una forma brusca de resolver un conflicto o un fracaso, una manera de eludir una dificultad que se nos presenta. La niña tímida que enrojece y rompe a llorar cuando alguien le riñe o la muchacha que, al encontrarse frente a un examen que no sabe resolver, rompe la cuartilla y sale del aula responden emotivamente a algo que eluden resolver. El proceso emotivo ocurre en la conciencia, pero esa conciencia, siempre en la opinión de Sartre y en clave fenomenológica, es irreflexiva, pues no es una conciencia de lo que voy a hacer, sino más bien una «conciencia del mundo». El miedo a una calle oscura, la ira ante un oprobio, la compasión por un niño famélico, son emociones que me llevan a ver el mundo de una manera determinada: el mundo en el cual hay seres que odian, situaciones peligrosas, daños incomprensibles. Por eso, Sartre entiende la emoción a la vez como «una forma de aprehender el mundo» y como una «transformación del mundo».



Cuando los caminos trazados se hacen demasiado difíciles o cuando no vislumbramos caminos, ya no podemos permanecer en un mundo tan urgente y difícil. Todas las vías están cortadas y, sin embargo, hay que actuar. Tratamos entonces de cambiar el mundo, o sea, de vivirlo como si la relación entre las cosas y sus potencialidades no estuviera regida por unos procesos deterministas sino mágicamente.12



Sin ser plenamente consciente de lo que hace, la conciencia cambia la dirección para ver las cosas de otra manera. Se produce en la persona algo parecido a lo que describe la fábula del zorro y las uvas: como no puede alcanzarlas, dice que están verdes. La frustración produce un cambio en la manera de aprehender la realidad: las uvas están verdes, no merece la pena esforzarse en cogerlas.

A una transformación así Sartre la llama «mágica», pues el cuerpo transforma su relación con el mundo cambiándole las cualidades. El filósofo se refiere a la llamada «tristeza pasiva» para ilustrarlo. Es la actitud que lleva a una persona a meterse en sí misma, «ovillarse» y encerrarse en su soledad, en su pena y frustración, dejando de actuar en el mundo, huyendo de las cosas e impidiendo incluso que éstas planteen nuevas exigencias. Hace del mundo «una realidad afectivamente neutra», carente de interés para quien está comido por la tristeza. Y lo mismo puede decirse de la emoción opuesta, la alegría, de la que mana una serie de conductas de «impaciencia» por anticipar la posesión del ser o del objeto deseado.

Sea como sea, sin embargo, el punto de partida es que la emoción acaece como consecuencia de un fracaso, «el origen de la emoción es una degradación espontánea y vivida de la conciencia frente al mundo». Algo aparece como insoportable y el sujeto se dispone a vivirlo de otra forma. Es así que la conciencia se arroja a ese mundo que Sartre califica como «mágico» y, como tal, «cautiva» a la conciencia, la hace presa de sus cadenas. Al contrario de lo que quizá tendamos a creer, «la emoción no es una modificación fortuita de un sujeto que, por otra parte, permanecería sumido en un mundo invariado». No, el mundo se transforma a los ojos del sujeto porque la emoción altera el mundo: nosotros constituimos la magia del mundo. Y todo ello forma parte de «la estructura de la conciencia», es algo que nos constituye. «La emoción no es un accidente, sino un modo de existencia, una de las formas que comprende (en el sentido heideggeriano de Verstehen) su Ser-en-el-Mundo.»

De la teoría sartriana me interesa retener dos cosas. Primero, que las emociones adquieren significado por la conciencia que el sujeto tiene de las mismas y que irradia en su forma de ver y valorar el mundo. En segundo lugar, el carácter irreflexivo de dicho proceso que, ciertamente se da en la conciencia, pero es estructural en ella. Todo ocurre sin que nos demos cuenta. Creamos un mundo nuevo al que poder adaptarnos y lo hacemos sin pensarlo, sin reflexión previa. Aunque esa reflexión no es imposible. «Una conciencia reflexiva siempre puede dirigirse hacia la emoción» e interpretar, desde la reflexión, lo que está ocurriendo. Podemos decir que «fulanito me parece odioso porque estoy furioso», tras detenernos a pensar en nuestro odio y llegar a la conclusión contraria a la que sería inmediata e irreflexiva, y que se formularía al revés: «Estoy furioso porque fulanito es odioso». Tal reflexión, que modera y tiñe de objetividad la opinión del sujeto, le parece a Sartre rara y poco frecuente. Sin embargo, solo por ella se alcanza la liberación. «La liberación ha de venir de una reflexión purificadora o de una desaparición total de la situación conmovedora». Esta conclusión es la que debe interesarnos. Si las emociones producen una modificación del mundo aprehendido por la conciencia y, al mismo tiempo, nos hacen cautivos de esa nueva magia creada por nosotros mismos, la reflexión puede liberarnos del cautiverio, enseñarnos a aprehender el mundo de modo inteligente. Ése es, en gran parte el cometido de la ética.





Las emociones y la vulnerabilidad del ser humano



«Las emociones son la expresión del verse necesitado, de la falta de autosuficiencia». La frase es del libro de Martha Nussbaum, Upheavals of Thought, y es una de las ideas prominentes en el extensísimo discurso sobre «la inteligencia de las emociones», según reza el subtítulo. «Mi tesis es», empieza la autora, «que las emociones implican juicios sobre cosas que nos importan, juicios en los cuales, al apreciar un objeto externo como valioso para nuestro propio bienestar, reconocemos nuestra propia menesterosidad e incompletitud ante aspectos del mundo que no controlamos totalmente».13 La teoría es originalmente estoica y Nussbaum no deja de reconocerlo. Hay emociones que forman parte de la historia individual de una persona, y emociones universales, propias de la condición humana como tal. De todas ellas habría que desprenderse, a juicio de los estoicos, porque solo son expresión de un estado de ánimo patológico que debe curarse. Los estoicos pusieron un énfasis preponderante en nuestra forma de enjuiciar el mundo o de valorarlo al tiempo que era percibido. Ya que no podemos ser dueños de la mera percepción de la realidad que, en principio, se nos impone y no controlamos, sí lo somos, en cambio, del juicio que acompañaba a tal percepción. Habrá que aprender, pues, a transformar los juicios inconvenientes. El conocimiento de la muerte de un ser querido produce tristeza, así como la satisfacción de un deseo produce alegría. Pero ambos, alegría y tristeza, no son algo intrínseco a la muerte, en el caso de la tristeza, ni a la satisfacción del deseo, en el caso de la alegría. Tristeza y alegría son solo formas de ver tal realidad. Formas universales o singulares pero, en cualquier caso, juicios que califican una realidad en sí misma neutra. De acuerdo con tal teoría, las pasiones son «errores del juicio», o «conmociones del alma desviadas de la recta razón de la naturaleza». Frases como las siguientes ilustran de modo más inteligible la concepción estoica: «La avaricia es cierta sospecha de que el dinero es bueno» (Zenón); «Si quieres que te diga la verdad, no creo que exista para el hombre otra calamidad que la de pensar que existe en el mundo alguna cosa que sea para él una calamidad» (Séneca); «Si alguna cosa te entristece, no es ella la que te entristece, sino el juicio que te formas acerca de ella» (Marco Aurelio).

Dicho brevemente, las pasiones son malas, negativas para la libre expansión del alma. Dado que hay cosas que no pueden evitarse, como el dolor o la muerte, la guía moral para conducirse en este mundo de seres vulnerables es aprender a corregir el juicio y a ver las cosas de forma que dejen de perturbarnos. Es posible liberarse de las pasiones apreciando o valorando la realidad de otra manera. De esta forma se conseguirá la ataraxia, un estado de imperturbabilidad que solo alcanza el que de verdad es sabio.

Lo cierto de todo ello es que las emociones muestran la vulnerabilidad esencial del hombre. No somos dioses, seres omnipotentes y omniscientes, razón por la que muchas de las cosas que nos afectan escapan a nuestro control y, por ello, suelen afectarnos negativamente, porque tememos perder lo que queríamos y hemos conseguido, porque echamos de menos lo que ha desparecido, porque nos asusta lo que no conocemos. Las emociones ciertamente ponen de manifiesto nuestra forma de ver el mundo, en tanto humanos, puesto que tendemos a estar tristes por las mismas razones, o en tanto individuos con un carácter específico o con una sensibilidad especial hacia ciertos fenómenos. La concepción de Sartre que acabamos de ver parte del mismo supuesto. Sin duda, es conveniente tomar conciencia de que es así y de que es posible actuar sobre las emociones, si bien no hasta el extremo exigido por los estoicos. Un ser sin emociones porque ha conseguido conjurarlas todas y librarse de las que más le perturban no es un ser humano. Y, si es cierto que la vulnerabilidad nos constituye de un modo esencial, es imposible que un ser vulnerable deje de sentir y de temer o de compadecerse.

Por eso Nussbaum recalca la importancia que tiene el despertar de las emociones en el niño, porque le proveen de una especie de mapa del mundo. Le dicen de qué hay que protegerse, qué es bueno y qué es malo, qué es temible, cuándo hay que enfadarse y cuándo hay que reírse. Aprendiendo a emocionarse, el yo se va llenando de contenidos que, desde una valoración moral, diremos que son apropiados o inapropiados. Así, por ejemplo, del aprendizaje emocional se nutren los prejuicios, algunos de los cuales –el sexismo o el machismo, sin ir más lejos– están muy vinculados a un narcisismo y una autosuficiencia que lleva a autoengañarse sobre la propia vulnerabilidad, y a despreciar o maltratar a quien aparece a los ojos de uno como una pobre mujer indefensa y desgraciada por el hecho de serlo, necesitada de ayuda. Esta visión de uno mismo, o del grupo al que uno pertenece, raíz también de prejuicios xenófobos y racistas, impide que se desarrollen emociones de empatía o compasión y fomenta el odio y el desprecio.

El interés actual por el papel de las emociones en el comportamiento humano viene a dar relieve a esa vulnerabilidad que nos constituye y que no ha ocupado un lugar prominente en el pensamiento occidental y, en concreto, en el pensamiento moral. Según Barry Hoffmaster, que analiza la cuestión desde la bioética, ha ocurrido así por tres razones. Primero, porque el pensamiento occidental es individualista, ha puesto un énfasis fundamental en la autonomía o libertad del individuo, con una tendencia a entenderla como autosuficiencia, cuando la realidad es que no somos en absoluto autosuficientes. Al contrario, es el reconocimiento de la vulnerabilidad lo que nos hace sociales. En segundo lugar, la filosofía moral occidental ha ignorado el cuerpo, de ahí que haya hablado poco de las emociones o las haya visto como algo improcedente que convenía dominar. Pero es el cuerpo el que nos hace vulnerables. Finalmente, la ética occidental ha ignorado los sentimientos que, como venimos diciendo, son el poso que dejan las emociones.14

La vulnerabilidad aparece, así, como un problema y, al mismo tiempo, un recurso para la moralidad. Es un problema en la medida en que no controlamos y las emociones nos sobrevienen, somos pasivos ante ellas. Pero es un recurso si, como señalaba Sartre, podemos reflexionar sobre ellas y redirigirlas cambiando voluntariamente nuestra forma de ver las cosas. Los filósofos que han sido más perspicaces con respecto al papel de las pasiones y los sentimientos han insistido de una u otra forma en la capacidad del agente de actuar sobre ellos y ponerlos al servicio de causas racionales. «El remedio para la vulnerabilidad de la pasión es la pasión por el conocimiento», concluye Nussbaum.15 Lo que empieza siendo algo que provoca en el sujeto reacciones inadecuadas puede convertirse en actividad creativa igualmente emocionante. Veremos que la idea es muy espinoziana, pues Spinoza estaba convencido de que las pasiones solo se combaten con otras pasiones aunque de distinto signo. No se trata, pues, de anular ese aspecto corpóreo, material y diferencial del ser humano para hacerlo semejante a un espíritu que no siente ni sufre. El reino de los humanos es de este mundo. Ni Platón ni los estoicos ni los cristianos que bebieron de ellos supieron verlo. El objetivo, a su juicio, era un ir ascendiendo en la escala de la perfección hasta anular los deseos y los esfuerzos por hacer frente a la vulnerabilidad.

44. libro.

The Circle Way: A Leader in Every Chair

45. el mirador


https://www.anywhere.com/es/guatemala/attractions/el-mirador-archaeological-site

46. legumbres comino en polvo


para evitar gases, comino en polvo

cociná sumamente bien todas las legumbres, al punto que al apretarla con dos dedos, se vuelva un puré.

Dejá las legumbres en remojo por 24 hs, junto con hojas de laurel o alga Kombu, estas mismas luego usalas para hervir bien las legumbres.

Usá alimentos carminativos para condimentar: menta, hierbabuena, anís, hinojo, manzanilla, boldo

47. libro.Los secretos de la motivación, docente

https://www.amazon.es/secretos-motivaci%C3%B3n-Jos%C3%A9-Antonio-Marina-ebook/dp/B006WB29G4

48. tener la creencia de que puedo correr una maraton

solo tener la creencia de que puedo correr una maraton no hace que seamos capaces de hacerlo

Pero la creencia de que si puedo correr una maraton puede movilizar acciones y estas acciones si nos pueden capacitar para correr una maraton

48. min 12

https://www.youtube.com/watch?v=j3yL6koIta0

49. libro

https://www.amazon.es/Manhood-Humanity-Science-Engineering-Classic/dp/1528354427/ref=sr_1_1?qid=1580339933&refinements=p_27%3AAlfred+Korzybski&s=books&sr=1-1

https://www.lavidapositiva.com/tag/alfred-korzybski/

50. Richard Bandler


youtube.com/watch?v=HFXy39g5Ibg

51. joe dispenza

52. PNl tecnica swish


https://pijamasurf.com/2016/08/que_es_la_eudaimonia_y_por_que_es_la_clave_del_bienestar/

53. Neuronas, gente

Neuronas minuto 9

apariencia gente minuto 30

https://www.youtube.com/watch?v=jJL53XPm2X8

54. armas de titanes - Tim Ferris


https://www.youtube.com/watch?v=Nix8rFrwdBY

https://www.youtube.com/watch?v=1Lg-O1izY2c

55. new york times, adicciones


https://www.nytimes.com/es/2016/10/07/espanol/un-programa-antidrogas-para-jovenes-que-parece-que-si-funciona.html
    "Las características que ponen a los chicos en mayor riesgo de desarrollar una adicción no son las que esperaríamos. En mi caso, yo parecía una candidata improbable para caer en una adicción. Mi desempeño académico era excelente, me portaba bien en clase y participaba en varias actividades extracurriculares.

Pero sufría de soledad, ansiedad y sobrecarga sensorial. Los mismos rasgos que me hacían “dotada” para lo académico me hacían torpe con las personas.

Por eso, cuando mi profesor de salud dijo que la presión de los compañeros podría empujar a alguien a consumir drogas, lo que yo escuché fue: “Las drogas te harán cool”. Para alguien que se sentía excluida, esto hizo que las sustancias psicoactivas fueran tremendamente atractivas.

Las pruebas de personalidad de Preventure van todavía más lejos.

Se enfocan en cuatro características de riesgo: búsqueda de sensaciones, impulsividad, sensibilidad a la ansiedad y desesperanza".

56. issuu

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